VALOR DE LA RESPONSABILIDAD....


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El Gallo KIRIQUILLO

        rase una vez un gallo llamado Kiriquillo, que no sabía cantar. Os puedo asegurar, yo que le oí, que al cantar solo sabía hacer “gallitos” que hacían reír a carcajada limpia hasta al más serio. Kiriquillo no dejaba por ello de cantar ni una sola mañana al salir el sol. El único que no se reía con los gallitos de gallo cantor era su avergonzado dueño, que odiaba aquel canto con toda su alma.
- Kirí Kirí quirilloooooooooooo.- Cantaba cada mañana.

        Todos los días, al salir el sol, la gente abría las ventanas para oír al gallo Kiriquillo, y reían a carcajada limpia. El gallo salía después pavoneándose entre las gallinas, que burlonas le saludaban entre risas contenidas.
- Buenos días Kiriquillo. Ya escuchamos tu hermoso canto y te agradecemos que nos despiertes cada mañana, con esa alegría y entusiasmo.- Decían las gallinas, aunque entre ellas, comentaban que era su estruendoso alarido, el que maldecían cada mañana porque no las dejaba dormir.
     
      Kiriquillo las agradecía su cumplido y se crecía ante los otros gallos, pues ningún animal de la granja, hacía halagos de sus esplendorosos cantos. Kiriquillo solo tenía dos buenos amigos, un perro sordo y la hija del granjero. Anita, que así se llamaba la niña, se levantaba cada mañana, preparaba las sobras de la noche anterior para su viejo perro Spuk, café para su padre y pienso para los animales. Spuk la acompañaba siempre dentro de la casa donde quiera que fuera, y Kiriquillo la esperaba tras la puerta, para acompañarla fuera.

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